La flor omnipresente

Cristina Amanda Tur @territoriocat

Si un ibicenco quiere prepararte una tortilla de baladre, desconfía. Porque baladre es la palabra con la que, preferentemente, se designa en las islas a la adelfa, y la adelfa es una planta muy venenosa, que contiene su veneno tanto en las semillas, ramas, tallos y hojas como en las flores. Quizás la expresión ‘et prepararé una truita de baladre’ ya no es tan popular, pero no hace muchas décadas que incluso amenazaban, hay que suponer que en broma, a los nietos díscolos con la preparación de tal mixtura de huevo y veneno. Así los niños aprendían pronto que el baladre es venenoso. Y, a pesar de tal toxicidad, el baladre, adelfa o laurel de jardín (Nerium oleander) está en todas partes. Además de en los torrentes donde prospera de modo natural, sus flores, de color blanco, rosa o fucsia, pueden verse a miles en las medianas de las carreteras, en las cunetas y en prácticamente todos los jardines, sean municipales o privados. De mayo a septiembre. Aunque en jardinería también se emplea y es frecuente la especie Nerium odorum, más olorosa y con más pétalos en cada flor. 

La peligrosidad queda compensada por la resistencia de esta planta, típicamente mediterránea pero que, de todas las islas, sólo con Eivissa tiene una asociación especial. El baladre da nombre a un pozo, protagoniza una canción ya popular del grupo UC, múltiples negocios usan su nombre, algunos lo utilizan como apodo en Twitter y está, en definitiva, por todas partes, incluido el imaginario popular. 

Respecto a sus características, sus famosas flores son grandes, de unos cinco centímetros de diámetro, con corolas de una sola pieza y cinco lóbulos. Su color dominante es rosa, aunque se encuentra en distintos tonos y también existen ejemplares completamente blancos. El nombre del género alude a Nereo, dios del mar y padre de las Nereidas, mientras que el de la especie se debe al latín olea, es decir, olivo. El primero le fue adjudicado porque es común encontrar este arbusto en zonas costeras y el segundo, por la similitud de sus hojas lanceoladas con las del olivo.

En el apartado de sus usos y sus leyendas, sobre el baladre se podrían escribir varias páginas. Antaño se creía que ahuyentaba a las serpientes, por lo que se plantaba, como una barrera, en los límites de algunas fincas. En el Herbari Virtual del Mediterrani Occidental se señala que la toxicidad de esta planta “ha sido exagerada hasta el punto de decir que sólo durmiendo a su sombra o bebiendo el agua de donde vive, se pueden sufrir sus efectos”. En la enciclopedia de las Pitiüses puede leerse una leyenda popular según la cual existen cuatro clases de baladres: beneit, bord, blanc, vermell y quinto. Y el baladre beneit es aquel en el que, mientras tiene flores, se posan las abejas. En los otros tipos, los himenópteros sólo se deciden a libar el néctar en la intensa y demandada noche de san Juan, antes de salir el sol. Cuando se inicia el nuevo día, las abejas que aún están en las plantas mueren. 

Para estas cuestiones siempre vale la pena recurrir a ‘Plantas medicinales. El Dioscórides renovado’ de Pío Font Quer: “Sus hojas y sus flores son veneno mortífero de los perros, de los asnos, de los mulos y de muchos animales cuadrúpedos. Empero bebidas con vino, son remedio a los hombres contra las mordeduras de fieras; principalmente si se mezcla con ellas ruda. Los animales flacos, cuales son las cabras y las ovejas, en bebiendo tan solamente el agua de su infusión, mueren”. Más allá de los mitos, la ciencia nos cuenta que la composición química de esta especie revela que posee virtudes parecidas a las de la digitalina, el más conocido y efectivo cardiotónico, tan eficaz como medicamento como peligroso como veneno.  

LA CLAVE. TÓXICO O VENENO

Las dos palabras se usan en la actualidad como sinónimas porque la sinonimia no suele ser perfecta y tiene sus matices. Entre tóxico y veneno, el matiz ha sido, tradicionalmente, que el segundo concepto hacia referencia a la sustancia tóxica que era usada con fines criminales, pero hoy la distinción se ha diluido. 

Publicado en la sección Coses Nostres de Diario de Ibiza

Acerca de territoriocat

Cristina Amanda Tur (CAT). Licenciada en Ciencias de la Información y diplomada en Criminología Superior. Compagino periodismo y criminología con la novela policíaca. En periodismo, he pasado de la sección de sucesos (sin abandonarla completamente) a realizar un periodismo divulgaltivo, de temas científicos y sobre el patrimonio natural, histórico, arqueológico y cultural de las islas, con especial atención a la divulgación del patrimonio natural. He publicado una decena de libros. Entre ellos 'El hombre de paja. El crimen de Benimussa', dedicado al cuádruple asesinato que tuvo lugar en Ibiza en 1989, en un ajuste de cuentas del cartel de Medellín.
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